domingo, 19 de julio de 2009

Reflexión- Para que estudiar


Hoy una alumna de 12 años muy convencida me dijo: para que estudiar, si no me asegura el conseguir trabajo.

No es la primera vez que escucho un comentario igual o similar por parte de un alumno/a.

Hasta hoy, siempre de forma muy rápida tenía una respuesta inmediata y a mí parecer muy convincente, del porque estudiar para asegurarnos un buen futuro (económico por supuesto); pero hoy no me salio nada.

Sentí, que si le respondía le terminaba mintiendo. Surgió un comentario por parte de otro alumno, aprovechaba ese espacio para buscar en mi mente e intuición que responder; algo en mí interior me decía que debía contestar algo, que era mí deber hacer que hubiera un cambio de postura por parte de esta alumna hacia la vida.

Terminado el comentario me surgió contestar: muchos de los que hoy día pierden el trabajo formal, logran buenos ingresos realizando trabajos o brindando servicio a través de Internet (mí asignatura es informática).

En ese momento quede convencido que había acertado correctamente en la respuesta; pero pasadas varias horas me pregunto en que grado es totalmente cierto.

Es obvio, que si todos nos volcamos a esta nueva opción que crece en el mundo y en el Uruguay mismo, en un número cada vez mayor de internautas que recurren a esta actividad día a día; como todo negocio, llega el momento que se satura por lo que deja de ser viable.

Entonces ¿Cual es la respuesta correcta?

Si nos tomamos esta pregunta a la ligera podríamos llenar hojas de una cuadernola desarrollando conceptos sobre una u otra respuesta y con excelentes fundamentos.

Pero ¿Cual es la correcta?

Es posible que la respuesta correcta debiera estar dirigida a que la educación no es para asegurar trabajo o rédito económico; sino que nos forma y nos prepara para poder estar en condición de poder usufructuar riquezas y réditos, pero en otra dimensión, es decir en el plano espiritual.

En caso de estar convencido que esta es la respuesta correcta; cual sería la reacción de los alumnos, que de acuerdo a su conducta y actitudes no parecen estar concientes o por lo menos interesados para nada en estos temas de índole filosófico, que le resultan tema de iglesia, para viejos o personas raras, por supuesto que en todo grupo hay excepciones, pero generalmente prefieren pasar desapercibidos para no hacer el ridículo o ser tomados de punto.

Es probable que la reacción del grupo sea totalmente contraria a nuestro interés, por más que seamos de su agrado como maestro o profesor.

No deja de ser cierto, que a diario más personas se convencen que en este mundo de caos en todos los niveles, la mejor herramienta para ser felices y estar satisfechos de cada día que vivimos es teniendo fortaleza y armonía de espíritu, esperanza y discernimiento de cuales son nuestros verdaderos logros a obtener en esta vida, los cuales no siempre son materiales.

Pero, ¿La educación tiene algo que ver en esto?

Sí, tiene mucho que ver.

Usted se debe estar preguntando, ¿entonces los que no tienen acceso a la educación, no tienen derecho a ser felices?.

Por supuesto que sí, de hecho generalmente son los que más logran llegar a tener esa fortaleza, paz, armonía de espíritu; incluso son los que más comparten la misma con sus hermanos humanos; pero esto debe de ir acompañado por la sabiduría de vida, los valores espirituales y la sabiduría logran realmente colmar las expectativas de una larga vida de experiencias, algunas muy felices, otras no tanto, incluso en ocasiones tener que sufrir mucho dolor.

¿Que entendemos por sabiduría?

Sabiduría es igual a conocimiento más vivencia, como resultado obtenemos conocimiento vivido (conocimiento experimentado), esta es la verdadera sabiduría, de lo contrario es solo teoría.

¿De donde proviene el conocimiento?

En gran medida de cada una de las experiencias que a diario vivenciamos. Estaremos de acuerdo que un porcentaje alto de conocimiento nos llega por medio del la vivencia de nuestro diario vivir.

Desde esta perspectiva, es que todos tenemos la posibilidad de evolucionar espiritualmente, con la utilización de nuestro libre albedrío, decidiendo hacia donde encausar nuestras vivencias.

También es cierto, que las personas que reciben una correcta educación, adquieren primero un importante nivel de conocimiento que les permitirá tener vivencias que los anteriores es probable que ni siquiera sean concientes de que existen, si estas experiencias son bien encausadas, el grado de sabiduría es mayor; en igual medida, debiera ser el avance espiritual, pero la realidad actual demuestra que esta no es la regla, sino la excepción.

Esto es debido a que la educación esta pensada y estructurada no para formarnos espiritualmente, todo lo contrario, esta dirigida a convertirnos en maquinas entrenadas para manejar o dirigir a otras maquinas, para pasar a ser parte generadora de una concentración de poder y riqueza económica, en manos de unos pocos.

Es de suponer que si la educación esta pensada para formarnos desde lo espiritual, para luego volcarlo en nuestro diario vivir, esta alumna no llegaría a decir de “para que estudiar”, con tanto convencimiento.

Como dice un dicho: lo hecho, hecho esta.

Otro dicho dice: de un viejo camino se puede construir una carretera.

La cuestión pasa, en que los que estamos involucrados en la educación, indistintamente el nivel o función que realizamos, tomemos conciencia “en que tenemos que educar”.

Alguien podrá preguntar ¿en que tenemos que educar?.

Muy simple; en ser más humanos.

¿Que es ser más humanos?

Creo que cada uno de nosotros puede llegar a una definición diferente; pero algo es cierto, que si estamos convencidos de nuestra definición y luego la hacemos llegar a nuestros alumnos como parte de los contenidos concernientes a nuestra asignatura, con “convicción y amor” (palabras de una ex-compañera docente), vamos por el camino correcto.

Edgar Alfredo

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